EE.UU. El Plan Duhalde & Bailey de Canje Territorios Nacionales por Deuda Externa.
EE.UU. EL PLAN DUHALDE & BAILEY DE CANJE TERRITORIOS NACIONALES POR DEUDA EXTERNA.
Durante el gobierno de Fernando De la Rúa, Bailey consiguió una oficina en la propia embajada argentina en Washington, otorgada por el ex canciller y miembro del Opus Dei, Adalberto Rodríguez Giavarini. Desde esa oficina se reunía con miembros del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI), del que forma parte el propio Giavarini, Martínez de Hoz y Roberto Lavagna. Bailey también visitó la Argentina el 7 de marzo de 2002 (5), alojándose dos noches en el Hotel Plaza, para presentarle en Olivos un manuscrito a Eduardo Duhalde, entonces presidente de la Nación, con diecisiete puntos para que Argentina “salga de la crisis” y fue quien lanzó la idea de “Canje de Deuda por Territorio” (6) (7), a fines que Argentina acceda a entregar terrenos fiscales para reducir la deuda externa (8).
Los puntos principales que aconsejó el asesor “independiente” Bailey a Duhalde fueron:
1. Reprimir fuertemente la agitación social a corto plazo.
2. Elecciones a mediano plazo como válvula de dispersión y distensión social.
3. Debido al “default”, emitir bonos de deuda respaldados por territorio nacional.
¿Los puntos 1 y 2 tendrán que ver con la masacre del Puente Avellaneda que redundó en el llamado “anticipado” –o planeado- a elecciones?
En ese entonces, inteligencia de la Policía Federal y la SIDE coincidan con los estudios de la CIA sobre la escalada de las protestas sociales en la Argentina, impulsados por el creciente desempleo, la baja recaudación fiscal y el deterioro del salario. Por ello, Bailey entregó personalmente un mensaje de George W. Bush, indicándole estos puntos, y que las elecciones debían ser llamadas en un plazo no máximo de 90 días.
Una versión de los hechos dice que Duhalde sólo no quiso cumplir con uno de los puntos: abandonar la presidencia.
La venta de tierras a “inversores” extranjeros, como Tompkins, miembro de la CIA según fue denunciado en Suecia, Soros, Benetton, Turner, Lewis y tantos otros estaba en marcha, mientras que la solución financiera fue la emisión de bonos atados al crecimiento del PBI.
El 26 de junio de 2002 se realizó en todo el país una protesta popular ante la decadente situación nacional y reclamando un cambio político. Los protagonistas de estas manifestaciones fueron las organizaciones sociales y piqueteras que rodearon la ciudad de Buenos Aires. No obstante, una de las movilizaciones fue particular en todo sentido: en el Puente Avellaneda, se habían apostado más efectivos que en todos los otros puntos de protesta, con miembro de Gendarmería, Policía Federal y Policía de la Provincia de Buenos Aires. Llamativamente, absolutamente todos los medios, e inclusive programas de cada canal, tenían móviles para transmitir en directo lo que allí acontecería, dejando a las claras que cierta información de inteligencia se filtró a los medios y derivó en el jaque mate sobre Eduardo Duhalde en la presidencia.
En esa movilización, en la que ningún miembro de las fuerzas de seguridad fue agredido, el comisario de Avellaneda Alfredo Franchiotti, secundado por Alejandro Acosta, asesinaron a mansalva a Maximiliano Kosteki y Darío Santillan, ambos piqueteros de la organización Aníbal Verón.
Los miembros de la bonaerense fueron filmados y fotografiados in fraganti y sobrevoló sobre la Casa Rosada la hipótesis de que el choque fue montado como una demostración de fuerza de Eduardo Duhalde para testear a la sociedad. Si ante la represión recogía apoyo, podría desobedecer la orden de Bush de llamar a elecciones inmediatamente. Pero ocurrió lo contrario: Eduardo Duhalde debió anunciar elecciones anticipadas el 9 de julio de 2002, desde la provincia de Tucumán. Pero también los hechos, muestran una cronométrica precisión de las órdenes impartidas por Norman Bailey:
-Marzo: Bailey entrega el plan a Duhalde de corto y mediano plazo, y la venta de territorio.
-Junio: se cumple el segundo punto de “Reprimir fuertemente la agitación social a corto plazo”.
-Julio: se respeta el punto de llamado a elecciones como válvula de distensión social.
De los 90 días de plazo que le había dado Bailey, el 7 de marzo, Duhalde apenas se demoró un poco: tardó 124 días, apenas 34 días más de lo exigido, cuestión que no originó ningún malestar en Washington. El acuerdo se cumplió, al mismo tiempo que llegaban los inversores terratenientes.
El superagente Bailey
La propuesta de Bailey no quedó en la nada sino por el contrario, recibió de Duhalde un fuerte impulso cuando el Gobierno. Eduardo Duhalde contrató, anunciado en el Decreto Nº 533/2002, tres empresas a fines de que “preparen e implementen una estrategia para conseguir financiamiento internacional”(9) (10).
Una de las empresas contratadas fue Zemi Communications, cuyo propietario es Herny Kissinger, que desde hace tres décadas, cuando lanzó el NSSM-200 (Ver Investigación 16: El Informe Kissinger - NSSM 200), planificaba el endeudamiento de países con recursos estratégicos para ser coaccionados a comienzos del siglo XXI. De hecho, para esos días, la consultora argentina Giacobbe y Asociados, realizó de modo “independiente” a pedido de una empresa europea, una encuesta en la que se destacaban cinco de las 30 preguntas:
Pregunta Nro. 12: "¿Estaría de acuerdo que la Argentina entregue los derechos sobre sus territorios en la Antártida para cancelar totalmente la deuda externa del país?"
Pregunta Nro. 14: "¿Estaría de acuerdo con ceder territorios fiscales de Chubut para cancelar la deuda pública provincial?"
Pregunta Nro. 15: "¿Estaría de acuerdo en la unificación de Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego en una sola provincia o región?"
Pregunta Nro. 16: "¿Cuál es su posición especto de la propuesta de que la Argentina sea administrada económicamente por un funcionario del FMI o de algún otro organismo internacional?"
Pregunta Nro. 17: "Debido a la situación de crisis que vive hoy la Argentina, ¿desea irse del país?"
Desde los ’90, el Estado argentino, en el proyecto neoliberal de reestructuración nacional, desreguló toda legislación sobre recursos naturales, en los gobierno de Carlos Menem, seguido por Fernando De la Rúa y Eduardo Duhalde, modificando cuanta ley sea necesaria para que escandalosas partes del territorio nacional, bajo el pretexto de atraer las inversiones tan necesarias para mantener las finanzas en equilibrio, sean adquiridas por extranjeros, sin hablar que la Corona Británica sigue siendo una de las grandes propietarias de tierras patagónicas.
En todo este asunto, el Estado argentino brilla por su ausencia, o mejor dicho, por su complicidad. Como se dijo anteriormente, durante la presidencia de Carlos Menem, se hicieron todas las modificaciones necesarias para liberalizar la compra de territorios, que devino en la enajenación en manos extranjeras de gran parte del suelo nacional (recordemos que desde hace varias décadas la Corona británica figura entre los grandes propietarios "privados" de haciendas patagónicas). “En estos años compraron miles de hectáreas millonarios como Ted Turner, Silvester Stallone y Benetton. También Douglas Tompkins, quien con Patagonia Land Trust compró tierras en Chile y Argentina (habría adquirido tierras al argentino Gregorio Perez Companc en el Delta)", según Liberatión, otra gran iniciativa la tendría Norman Bailey, lobbista de EE.UU. que se vinculó a los gobiernos de Argentina y de Uruguay. En la Península Valdés, la fundación inglesa World Land Trust "compró 7.000 hectáreas con vista a las ballenas por 2,8 millones de euros", 440 dólares la hectárea”, publicó Clarín por esos días(11). Douglas Tomkins, además compró la estancia Sierra León a la patricia familia Braun, y también es dueño de los Esteros del Iberá, donde se encuentran todas las tierras argentinas que se están sobre el Acuífero Guaraní, la reserva de agua potable más grande del mundo. La otra parte, ubicada en el Paraguay, fue cedida por el gobierno de ese país a Estados Unidos para que instale una base militar y una estación de la CIA para “controlar el terrorismo en la Triple Frontera”. En el 2002, en la provincia de Entre Ríos, frontera entre Argentina y Uruguay, los frutos de Bailey maduraron para que, sin permiso oficial, marines estadounidenses realicen clandestinamente ejercicios militares, denunciado por testigos oculares entrerrianos y por decenas de medios, y reflejado en la Investigación Nº 3: El Imperio Contraataca I – Investigaciones Rodolfo Walsh.
La influencia de Bailey en la Argentina no sólo fue percibida, levemente, por los medios de comunicación, que apenas lo consideraban un lobbysta estadounidense con algún pasado en la función pública (evidentemente omitieron revisar su prontuario criminal). Quien hoy está a cargo de la oficina de la CIA contra Venezuela y Cuba, hizo hablar a sus monos ante la posibilidad de que Argentina entregue, aún más, su soberanía (12):
“El Estado tiene miles y miles de bienes inmuebles que no utiliza. Debemos estudiar cómo podemos compensar esos depósitos atrapados en el corralito con bienes del Estado, hay tierras, inmuebles, una manera de garantizarle al ahorrista", dijo Eduardo Duhalde como presidente el 13 de mayo de 2002, pretendiendo encubrir bajo darle una solución a los ahorristas, la excusa para semejante negociado.
“Se están realizando estudios preliminares”, sobre lo “revelado” por Duhalde, dijo el mismo día el entonces jefe de Gabinete, Alfredo Atanasof.
Esta idea quedó, supuestamente, en la nada. Pero como ya se mencionó, varios magnates estadounidenses se convirtieron en grandes terratenientes en Argentina. Douglas Tomkins vendió sus activos en empresas para tener un retiro como militante de la llamada Deep Ecology . Con su supuesta fortuna propia, compró 300.000 hectáreas en Chile y otras tantas en la Argentina, 100.000 de ellas sobre los Esteros del Iberá, provincia de Corrientes.
La modalidad es la compra de territorios para convertirlos en supuestos santuarios ecológicos, administrados por manos privadas, que curiosamente contienen recursos estratégicos, y/o están ubicados en zonas de importancia geopolítica.
Estos inversionistas recibieron apoyo financiero del Banco Mundial, presidido por Estados Unidos (hoy Paul Wolfowitz, soldado de Reagan y Bush), que además, oficiaría como entidad tribunalicia de quiebras. Mientras el gobierno de Néstor Kirchner llevó una política para sacar a la argentina del “default”, el diario The Economist señaló en diciembre de 2001 que ’Argentina demuestra que existe la necesidad de introducir un procedimiento para administrar la quiebra de Estados soberanos’. El Estado soberano, comenzaría a privatizarse.
Cuando Kirchner asumió en el 2003, el FMI y el BM exigían, como lo hicieran durante el interinato presidencial de Eduardo Duhalde, la privatización del Banco Provincia de Buenos Aires y el Banco Nación, no sólo para terminar de controlar la banca nacional argentina sino con los ojos puestos que entonces tenían esos bancos en 15 millones de hectáreas de pequeños y medianos productores agrarios estaban a punto de perder en caso que ambos bancos decidieran ejecutar sus deudas.
Pero, ¿Tomkins estaba realmente ajeno a los proveedores de deuda?
La historia comienza en los años ’60, cuando David Rockefeller, miembro del Club Bildelberg y que todavía no había fundado la Trilateral Commission junto a Henry Kissinger y el Council of Foreing Relations, financió a Kissinger en la invstigación llamada Iron Mountain Plan (IMP), que giró a la Casa Blanca la sugerencia de insertarse silenciosamente en América Latina para controlar regiones estratégicas bajo la cobertura del ecologismo, tan bien visto en aquellos años del “flower power”.
En 1997 se conformó la International Forum on Globalization (IFOG), la cual está presidida por un amigo íntimo de Tomkins, Jerry Mander, que al mismo tiempo dirige la “Foundation for Deep Ecology” de Douglas Tomkins. El año en que se conformaron estas organizaciones no es caprichoso: fue el último año de crecimiento del PBI durante la convertibilidad, que ya había caducado dos años antes tras la Crisis del Tequila en México, en 1994 y que impactó a comienzos del siguiente año en Brasil y Argentina.
La pinza tendida por Kissinger (Zemi Communication), alto miembro de la Trilateral Commission mentada a principios de los ’70 por David Rockefeller, que tiene fuerte incidencia en la CIA (la cual fue dirigida por Bush padre en años de Reagan), ya había enrolado a Mr. Bailey. Tompkins ingresó a la Patagonia argentino-chilena con una inversión inicial de 850.000 dólares aportados por la IFOG, de las cuales sus miembros más destacados son las Turner Foundation (Ted Turner, terrateniente patagónico), “Ford Foundation” (miembro del Council of Foreing Relations –CFR- de David Rockefeller), JP Morgan (Club Bildelberg) y la Rockefeller’s Brothers Found (CFR-Trilateral Comission-Club Bildelberg).
Para dar publicidad a la causa ecologista, Edward Goldsmith editó la revista The Ecologist. Edward Goldsmith fue miembro de la IFOG que patrocinó a Tompkins, y su hermano James Goldsmith llegó al directorio del banco “St. James Capital Place”, de la familia Rotschild. El barón de Rotschild fue el fundador del selecto Club Bildelberg, que junta una centena de los hombres más poderosos e influyentes del planeta. Edward Goldsmith, que además preside la James Michael Goldsmith Fundation, es un viejo amigo personal del “ecologista” Tompkins, que comenzó a comprar, en primera instancia, tierras en la Patagonia.
En el 2003 se denunció la presencia de geólogos realizando estudios mineros sin autorización estatal, por encargo de las principales compañías mineras del mundo, que también operan en la Patagonia argentina.
Una de ellas es la Anglo Gold, de la familia Oppenheimer, que tiene su principal inversión en argentina en la mina de oro y plata de Cerro Vanguardia (posee el 98% tras comprar el paquete accionario a Gregorio Pérez Companc), ubicada en la provincia de Santa Cruz. Cerro Vanguardia S.A. se constituyó en Santa Cruz en 1997, cuando el actual presidente Néstor Kirchner era gobernador de esa provincia. A la IFOG y a Kirchner poco le imporaron la ecología de una de las regiones más ricas de oro y plata del país, ya que la Anglo Gold extrae los metales preciosos con cianuro a cielo abierto.
También es curiosa la continuidad del plan Duhalde-Bailey, cuando uno se remonta a los años en que la Barrick Gold se hizo en San Juan con la mayor mina de oro del mundo sin explotar, Valadero y Pascua Lama (Ver Investigación Nº 8 Cinco Siglos Igual), y otras dos en la provincia de Santa Cruz, también durante el gobierno provincial de Néstor Kirchner. Cuando sólo se mostraba como empresario, George W. Bush visitó la argentina en 1996 y viajó a la Patagonia junto a Carlos Menem para ver las inversiones que realizaba su padre. Es que papá Bush, ex presidente y ex jefe de la CIA, ingresó por entonces en el directorio de la Barrick Gold impuesto por el principal socio capitalista de la minera canadiense, el traficante de armas saudí, Adnan Khashoggi. Desde hacía años, Bush había tejido fuertes lazos, como director de la CIA, con la crema de Arabia Saudita, entre ellas los Bin Laden. Al mismo tiempo, la Barrick ingresaba en Perú gracias a los acuerdos entre Bush y el entonces presidente peruano, Alberto Fujimori. El actual presidente estadounidense, visitó entonces ambos países para ver las inversiones de papá. La legislación otorgada por Menem, es un escandaloso capítulo aparte (13).